Se están poniendo de moda unos establecimientos que consiste básicamente en venta de productos de charcutería en los cuales ofrecen degustación de sus productos. Para ello tramitan su licencia de apertura como establecimiento comercial. Normal. Nada reprochable si no fuera porque no se limitan a ofrecer un par de rodajitas de chorizo al cliente para que lo pruebe, sino que en realidad se trata de un bar sin cocina que ofrece bebidas y tapas frías a sus clientes. Disponen de todo lo habitual en un bar, mesas con taburetes, servicio de camareros, grifo de cerveza, etc...
Y ahí es donde entra la competencia desleal contra los empresarios que sí tramitan licencia de bar.
Porque una charcutería, como establecimiento comercial en el que se entiende que el comprador no permanece mucho tiempo, no está obligado a disponer aseos para uso público, algo que sí ocurre para bares, donde además uno de ellos debe ser para minusválidos con el consiguiente espacio que le resta al salón. Asimismo, al no ser considerada actividad molesta no está obligada a insonorizar el establecimiento, cosa que sí ocurre en el 90% de los bares sobre todo si encima existe vivienda. Los requisitos de la instalación eléctrica para un bar, según el REBT, son mayores que para un comercio pequeño. Tampoco tiene unas exigencias sanitarias tan fuertes como los bares. Los trámites administrativos son mucho más ligeros y las tasas por licencia de apertura son inferiores.
A veces la administración, si hace inspección, puede tener conocimiento de la realidad y ordena regular la actividad. Pero no siempre es así, o llega tarde y mientras tanto la pillería ya está hecha.
Ahí dejo la denuncia, personalmente no consumiré en este tipo de comercios por solidaridad con los empresarios que sí cumplen la ley.
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